13 propuestas de José Luis Espert para cambiar de verdad
Para que esto no quede en recomendaciones demasiado generales, voy a precisar algunas de las medidas concretas que Argentina —después de una transición que es tema aparte— debería adoptar para revertir la decadencia.
UNO
Eliminar, o reducir a un mínimo muy bajo y uniforme, los aranceles a la
importación, adscribiendo además a las disposiciones de la Organización
Mundial del Comercio que implican la eliminación de toda restricción
para importar, como las Licencias Automáticas y No Automáticas.
DOS
Firmar tratados de libre comercio con todas las regiones o países que
deseen acceder a nuestros mercados, en la medida que nosotros podamos
acceder en términos similares a los suyos.
TRES
Terminar con la práctica de gravar con derechos de exportación nuestras
exportaciones de commodities, reemplazando la imposición a esos sectores
con impuestos internos que graven la renta y no la producción
agropecuaria, minera o hidrocarburífera.
CUATRO
Bajar el gasto público del 40% del PBI de hoy a poco más de la mitad,
25% del PBI, que es el nivel promedio que Argentina tuvo durante los
poco más de cuarenta años que van desde 1961 a 2002, antes del aluvión
de gasto maníaco del kirchnerismo, continuado luego por el gobierno de
Cambiemos. Para ello habría que despedir gradualmente a millones de
empleados ñoquis, terminar con las jubilaciones y pensiones no
sustentadas en aportes previos y eliminar el asistencialismo financiado
con transferencias de dinero o tarifas políticas o sociales.
CINCO
La política distributiva debe focalizarse en atender a los sectores más
desprotegidos, proveyendo la asistencia en especie que da una escuela
básica gratuita, un comedor escolar gratuito, un hospital público
gratuito, un entrenamiento laboral gratuito. Hay que cambiar
dramáticamente de un asistencialismo en dinero, y por lo tanto
incondicionado, que destruye la cultura del trabajo y genera clientes
del populismo, a una asistencia que le permita a los marginados salir
por sí mismos de la pobreza. Hay que enseñar a pescar y no regalar
pescado. No será posible ser competitivos y revertir la decadencia que
trae la existencia de un 50% de la población que vive (sin trabajar en
algo útil) del otro 50%.
SEIS
Transformar los planes sociales en desembolsos en especie (comedores
comunitarios, planes de salud y educación, etc.) para los que no quieran
trabajar y en efectivo para que los que sí estén dispuestos a trabajar.
En cualquier caso a medida que se genere empleo genuino se irán
eliminando y entregando a cambio a sus ex beneficiarios una tarjeta que
diga “Exento de Aportes Personales y Contribuciones Patronales por diez
años”. Es preferible subsidiar transitoriamente empleos productivos a
mantener gente aparentemente empleada en actividades que no agregan
valor. El aumento de la oferta laboral para actividades genuinas es
esencial para que la mayor inversión no enfrente cuellos de botella.
SIETE
La baja del gasto público es el único camino posible para una baja de la
presión tributaria, que debe empezar por la eliminación de los
impuestos distorsivos como el impuesto al cheque e Ingresos Brutos y
continuar con una baja sustantiva de la tasa de los impuestos de alta
evasión como el IVA y las cargas sociales sobre el trabajo, cuyo elevado
nivel es un incentivo formidable para la evasión y la ampliación de la
actividad informal.
OCHO
La baja del gasto público es también necesaria para mantener las cuentas
fiscales equilibradas. La ausencia de déficit fiscales y en particular
aquellos financiados con endeudamiento externo, es un imperativo en una
economía abierta que necesita de un tipo de cambio competitivo para
prosperar y crecer sostenidamente. Un endeudamiento público bajo o
inexistente es además lo que permitiría un financiamiento barato para la
expansión de las actividades privadas productivas.
NUEVE
Un componente importante de la baja del gasto público deberá ser la
reducción de los gastos del aparato político, cobijado en bancas y
empleados excesivos en el Congreso, en las Legislaturas Provinciales, en
los Consejos Municipales y en numerosas empresas y organismos
estatales.
DIEZ
Una parte sustantiva de la baja del gasto debe producirse en las
Provincias y Municipios. Su reducción permitirá la eliminación de la
coparticipación federal de impuestos, que es un sistema perverso de
transferencias no condicionadas, que promueve el comportamiento
económicamente irresponsable y políticamente feudal en las
jurisdicciones locales. Si hay provincias que no pueden financiarse, hay
que terminar con el artificio, regionalizando grupos de provincias para
obtener jurisdicciones que sean autofinanciables.
ONCE
Todos los regímenes de promoción industrial y regional deben ser
eliminados, tanto el régimen de Tierra del Fuego como cualquier otro
régimen promocional en las Provincias. El desarrollo provincial debe ser
genuino y para ello bastará con la liberación de impuestos a las
exportaciones de commodities, mantener un tipo de cambio competitivo y
liberar mano de obra para las actividades agroindustriales a través del
achicamiento de los empleos provinciales y municipales.
DOCE
El sindicalismo debe perder su poder concentrado de extorsión política a
través de huelgas generales. Para ello deberá eliminarse el “unicato”
sindical, la afiliación obligatoria y la falta de democracia en la
elección de los representantes de los trabajadores, prohibiendo las
reelecciones continuas. El sindicalismo debe perder su rol de
intermediador en la provisión de la salud a través de las Obras
Sociales, rol que los sindicatos no cumplen en ningún país digno de ser
considerado como modelo. Las negociaciones salariales deben ser por
empresas, eliminando la negociación colectiva, que no contempla la
situación diferencial de distintas empresas dentro de cada rama.
TRECE
Reformar a fondo el sistema educativo es un imperativo si pretendemos
que nuestra gente compita con éxito en la economía mundial. Esto
requiere eliminar el control que los sindicatos y las burocracias
provinciales tienen sobre el sistema. El Estatuto del Docente debe ser
eliminado y como contrapartida los docentes deben formarse y competir
para progresar. Los maestros deben ser promovidos y remunerados según
sus méritos. Los padres deben tomar un rol fundamental, fundado en la
elección del colegio para sus hijos.
Para ello el Estado debe subsidiar la educación básica, independientemente de dónde decida la familia enviar a su chico, sea una escuela pública o privada. Para que los padres tomen las mejores decisiones, deben existir exámenes estandarizados a nivel nacional de cobertura universal, que permitan comparar los rendimientos escolares de todas las escuelas.
La inserción y competitividad internacional de nuestro sistema educativo debe ser alentada a través de la participación en los exámenes PISA o similares; y que haya un sistema público de becas a los mejores graduados universitarios con intención de dedicarse a la docencia para que se capaciten en las mejores universidades del mundo.
Para ello el Estado debe subsidiar la educación básica, independientemente de dónde decida la familia enviar a su chico, sea una escuela pública o privada. Para que los padres tomen las mejores decisiones, deben existir exámenes estandarizados a nivel nacional de cobertura universal, que permitan comparar los rendimientos escolares de todas las escuelas.
La inserción y competitividad internacional de nuestro sistema educativo debe ser alentada a través de la participación en los exámenes PISA o similares; y que haya un sistema público de becas a los mejores graduados universitarios con intención de dedicarse a la docencia para que se capaciten en las mejores universidades del mundo.
José Luis Espert